Las noticias de Brasil han ido de mal en peor. A pesar de los esfuerzos realizados en los últimos meses por el gobierno de la Presidenta Dilma Rousseff para evitar la recesión, la caída de los precios de las materias primas y los escándalos de corrupción han llevado a Standard & Poor’s a rebajar a la octava economía más grande del mundo de la calificación crediticia de grado de inversión al estatus “basura”.
Citando el aumento de la agitación política y las dificultades afrontadas en la lucha contra una deuda cada vez mayor, la agencia de calificación de Estados Unidos dijo que no tenía más remedio que iniciar la rebaja de la calificación.
El S&P había concedido a Brasil una calificación de grado de inversión en abril de 2008, cuando la economía del país estaba mejorando. Sin embargo, los precios de las materias primas fuera de control y la reducción de la austeridad general han llevado al país a una recesión y todos los esfuerzos de austeridad de la izquierdista Rousseff por reducir el gasto, aumentar los impuestos y contener la inflación no han logrado aumentar la confianza empresarial y del consumidor desde sus mínimos históricos y, en cambio, han causado estragos en su coalición de gobierno.
La calificación de Brasil bajó el jueves de BBB- a BB+, lo que significa un riesgo crediticio considerable.
La rebaja de S&P llegó antes de lo esperado y es considerada como un importante revés para los intentos del Ministro de Hacienda, Joaquim Levy, por apuntalar las finanzas públicas.
Contracción del 2,44%
La economía de Brasil se contrajo un 1,9% en el segundo trimestre tras un descenso del 0,70% en el primer trimestre y los analistas esperan que se contraiga un 2,44% este año, marcando así el peor rendimiento desde 1990, cuando se contrajo un 4,35%. El Banco Central dijo el martes que espera que la inflación alcance un 9.29% para el año, una revisión a la semana pasada, cuando los analistas predijeron que la mayor economía de América Latina se contraería un 2,26% y la inflación saldría en el 9,28%.
Las cifras cumplen los requisitos de una recesión, que técnicamente se define por los economistas como 6 meses consecutivos de PIB negativo. Los analistas esperaban una contracción del 1,97% hasta hace 4 semanas, pero las cifras se han revisado a la baja durante los últimos 2 meses.
La Presidenta Rousseff admitió en público que sus políticas habían contribuido de forma significativa a la actual recesión. Ella reconoció que su gobierno tuvo demasiado celo en el estímulo del gobierno y dijo que planea recortar estos esfuerzos.
Hablando a través de un video publicado online en la celebración del Día de la Independencia de Brasil, Rousseff demandó “medicina amarga” para fortalecer la economía brasileña y afirmó sus garantías de aplicación de las medidas de austeridad presentadas por el Ministro de Hacienda, Joaquim Levy, que detendrían la caída de los objetivos presupuestarios del país y devolverían al país a la calificación crediticia de grado de inversión.
“Si hemos cometido errores, y eso es posible, vamos a superarlos y a seguir adelante”, dijo.
La presidenta atribuyó la situación del país a factores externos, como la reciente devaluación de la moneda de China y la desaceleración económica que se sumaron a la caída en los precios de las materias primas de Brasil, en concreto en el hierro, el petróleo y la soja, sus tres mayores exportaciones. Ella también se refirió a la falta de confianza en el gobierno como consecuencia de un escándalo de corrupción en la petrolera estatal Petrobras que sigue afectando a algunas de las mayores empresas de construcción civil de Brasil.
Los mayores grupos de ingeniería del país han visto a ejecutivos encarcelados y contratos congelados por el escándalo, y la consiguiente paralización de grandes obras públicas y de las inversiones en el sector energético ha ejercido aún más presión sobre una economía ya débil. Varios políticos están involucrados en el escándalo y la situación a puesto a los aliados clave del Congreso en contra del ministro de Hacienda, Joaquim Levy, y en contra de Rousseff, interrumpiendo sus esfuerzos de austeridad, aplastando los recortes de gastos y los aumentos de impuestos y reduciendo su calificación de aprobación en las encuestas recientes a un solo dígito.
Algunas figuras de la oposición han pedido la destitución de Rousseff y cientos de miles de brasileños se manifestaron en las calles la semana pasada pidiendo su destitución tras sólo siete meses de su segundo mandato.
Esta no es la primera vez que Brasil se ha enfrentado a crisis políticas y económicas simultáneas, desde mediados de 1980 a mediados de 1990, cuando el presidente fue destituido por corrupción e hiperinflación.
Según Alan Gandelman, CEO de ATS Brasil, una empresa brasileña de propiedad conjunta de Americas Trading Group y la New York Stock Exchange, “Brasil, en tiempos peores que los de hoy, ha demostrado tener mucha capacidad de recuperación para salir de crisis, por lo que mi posición es que esto es sólo otra crisis”.
Reformas Fiscales Necesarias
Todavía se requieren importantes reformas fiscales si el país desea regresar a la senda de crecimiento anterior. Estas reformas han sido difíciles de aplicar y muchas, como el aumento de los ingresos y la reducción del gasto, se enfrentan a una oposición importante en el Congreso. Sin embargo, algunos cambios parecen tener lugar. Después de meses de desacuerdos, el Senado de Brasil el miércoles aprobó un proyecto de ley de austeridad clave que aumentará los impuestos a las empresas – lo que supone una gran victoria para el gobierno de Rousseff.
Y a pesar de la sombría situación en el país, algunos analistas se muestran optimistas en que el país va a ser capaz de capear el temporal. Los Juegos Olímpicos de verano, que tendrán lugar en Brasil el próximo año, deberían ayudar a mover las cosas a un ritmo más rápido. Gandelman cree que “todo va a estar listo para los Juegos Olímpicos y va a quedar un legado para la ciudad de Río de Janeiro después de los juegos. En general, cuando los Juegos Olímpicos van bien, eso tiene un efecto muy positivo en la economía”.
