El presidente griego sigue valientemente tratando de persuadir a los políticos de Grecia a unirse en una coalición de emergencia nacional para evitar la necesidad de nuevas elecciones el próximo mes. El temor es que el establecimiento de una nueva ronda de elecciones daría un mandato claro a los elementos de izquierda a abandonar las medidas de austeridad acordadas con la UE y el FMI como condición para obtener dos préstamos de rescate.
No hay apetito entre los socios de Grecia en la UE para la renegociación de los paquetes de préstamos y las opiniones son cada vez más contundentes de que si Grecia no cumpliera con las obligaciones que contrajo a fin de evitar un impago de sus deudas, siempre puede abandonar el euro. Si bien nadie está aún pidiendo a Grecia sea expulsada de la zona del euro, el hecho de que una salida griega se esté considerando como una posibilidad real debe al menos preocupar a Atenas. Directivos de los bancos en Alemania e Irlanda han sugerido abiertamente que si Grecia no logra cumplir sus compromisos de ayuda ninguna nueva ayuda estaría por venir. El Jefe del Banco Central Alemán, Jens Weidmann, dijo: "Si Atenas no mantiene su palabra, será una elección democrática La consecuencia será que la base de una nueva ayuda va a desaparecer.".
Mientras que una salida griega del euro sería sin duda perjudicial, no sería fatal para el Euro. Yo estaría dispuesto a ir más allá: si Grecia no se toma en serio el cumplimiento de sus obligaciones y finalmente es separada de la moneda única, esto pondría de relieve la dificultad del resto del bloque de garantizar credibilidad fiscal. Después de todo, Grecia ha esquivado los criterios de admisión cuando se unió a la moneda única y aun cuando su contabilidad no era del más alto nivel.
Los analistas imaginan que si se realiza una segunda elección, el partido de izquierda Syriza tendrá el mandato. Su líder, Alexis Tsipras ha sido enfático en su condena de las medidas de rescate y la austeridad impuestas a Grecia y se comprometió a congelar los pagos a los acreedores, y renegociar el segundo rescate. Parece que los griegos no están dispuestos a creer que sus socios de la UE los abandonarían si insisten en la renegociación de condiciones menos dolorosas para el segundo rescate, pero esto bien podría ser un error de juicio costoso.