El pueblo griego está muy enojado por la crisis económica que ha derivado en las medidas de austeridad que lo afectarán a cambio del apoyo externo para evitar que la nación caiga en bancarrota. Su frustración con los dos partidos que han llevado a la nación entre ellos durante décadas fueron a parar a una elección indecisa el mes pasado, donde ambas partes vieron recortado su apoyo y una alianza de izquierda que se opuso con vehemencia al paquete de austeridad surgió como una fuerza política seria. Como consecuencia, ningún partido pudo formar un gobierno de coalición y una segunda elección general tuvo que ser celebrada.
Casi nadie en Grecia quería ver al país obligado a salir del euro (a excepción del Partido Comunista), e incluso Syriza, la agrupación de izquierda. Sin embargo, los socios griegos de la Unión Europea y la Comisión Europea habían dejado muy claro que incumplir las condiciones de los dos rescates daría lugar a una salida del país de la zona euro. Syriza parecía creer que se trataba de un engaño por parte de sus socios, pero esto fue probablemente un error de cálculo.
Las elecciones generales se llevaron a cabo anteayer y la Nueva Democracia a favor del rescate emergió como el ganador; sin embargo, Syriza cuenta con la segunda parte más importante de los votos y el margen entre los dos partidos fue inferior al 3%. Esto refleja el hecho de que la nación se divide en sus puntos de vista acerca de cuál es la mejor manera de avanzar con los muchos tragos amargos impuestos por las medidas de austeridad y las dificultades que se sienten los acompañan. Nueva Democracia buscará socios de coalición para intentar formar un gobierno de unidad nacional, pero ya Syriza se negó a ser parte de ella. Es probable que el nuevo gobierno busque algunas concesiones de sus socios de la UE para suavizar el impacto de la austeridad y de encontrar un mecanismo para impulsar el crecimiento.
El resultado de la elección ha sido bien acogido por los inversores de todo el mundo, con los principales mercados y el euro mostrando ganancias. La crisis de la deuda soberana no ha terminado, pero la zona del euro ha dado un paso atrás desde el borde del abismo ya que la cordura prevalece en Grecia. Líderes de la UE ahora tienen que tomar decisiones concertadas respaldadas por acciones dirigidas a dar a la crisis un final creíble.