Los votantes japoneses irán a las urnas el próximo 16 de diciembre. El gobernante Partido Democrático de Japón (DPJ) llegó al poder hace tres años durante la moda de los cambios en el poder, poniendo fin a casi 50 años de gobierno del Partido Liberal Democrático (LDP).
Inmerso en la peor crisis financiera en la memoria viva y la estela de un devastador terremoto y tsunami que cobró más de 20.000 vidas y destruyó una amplia franja de la infraestructura del país (marzo de 2011), el actual mandato fue casi imposible para cualquier partido. El país se enfrenta al desafío de la deflación, una bomba de tiempo demográfica en forma de una disminución de la natalidad y el envejecimiento de la población que empujará hacia arriba el gasto en seguridad social; adicionalmente, el yen presenta tasas históricamente altas contra las principales divisas. Cuando la elección se convocó, el LDP disfrutó de una clara ventaja en las encuestas con un 23% de los encuestados apoyándolo. En la encuesta más reciente, el apoyo al LDP había caído un 20%, con el DPJ en el segundo lugar con un 15%.
Aunque baja en comparación con las economías más modernas, Japón está luchando con una alta tasa de desempleo. El gobierno japonés ha anunciado un paquete de estímulo adicional por un valor de $ 10,7 billones. El paquete está dirigido a la creación de empleo y de apoyo al sector de la pequeña empresa. Naturalmente, la economía será un factor clave en las próximas elecciones ya que tanto el DPJ y el LDP tratarán de convencer al electorado de que sus políticas ofrecerán la mejor oportunidad para la prosperidad. Los analistas económicos están muy escépticos con la nueva medida, pues la interpretan como insuficiente para impulsar el PBI de la nación. La economía japonesa se contrajo en un 0,9% en el tercer trimestre, lo que equivale a una caída anualizada de 3,5%.