El Presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, cree que la pregunta sobre la supervivencia del euro ha sido resuelta y que la moneda única está aquí para quedarse. En su análisis, los inversores se han dado cuenta de que los líderes de la Unión Europea se han comprometido con el futuro del euro y que el punto de inflexión llegó en septiembre de 2012, cuando el Banco Central Europeo anunció que apoyaría la compra ilimitada de bonos de los estados miembros en la recepción de un rescate del UE/FMI si sus costos de endeudamiento en el mercado se vuelven insostenibles.
Dirigiéndose a la audiencia en Portugal, defendió que el camino a seguir requiere que la Unión Europea garantice que sus diversas instituciones son aptas para el propósito y que la unión política era una "necesidad". Advirtió sin embargo que la situación económica que enfrenta la UE sigue siendo difícil.
Esta observación fue contrastada por la noticia de que el desempleo en la zona euro había alcanzado un nuevo récord del 11,8%. La cifra ha aumentado en un 0,1% con respecto al nivel de octubre. La situación de desempleo en el espectro más amplio en la Unión Europea se mantuvo sin cambios con el 10,7% de la fuerza de trabajo ociosa. El panorama del desempleo en la UE sigue siendo muy desigual, con España experimentando la peor tasa de desempleo: 26,6%. Grecia entra en el segundo peor lugar en el grupo con un 20% desempleado. En el otro extremo del espectro, Austria cuenta con el mejor récord de empleo con sólo el 4,5% de su fuerza de trabajo ociosa; Luxemburgo llega con un 5,1% y la poderosa Alemania tiene cifras oficiales de 5,4%.
El desempleo juvenil sigue siendo un gran problema dentro de la zona euro con el 24,4% de los trabajadores menores de 25 años de edad actualmente sin trabajo. En el más amplio espectro de la UE la cifra es ligeramente mejor, un 23,7%. Además de los problemas económicos y sociales asociados al desempleo, las cifras revelan un gran dolor de cabeza para los líderes de la Unión Europea, ya que representan una fuente disminución de ingresos en términos de impuestos sobre la renta y una fuente cada vez mayor de gastos en términos de pagos de la seguridad social.