El gobierno japonés entrante, encabezado por el primer ministro, Shinzo Abe, ha anunciado un paquete de estímulo equivalente a aproximadamente $ 116 billones. El objetivo de esta inyección de capital en la economía japonesa es la creación de alrededor de 600.000 puestos de trabajo y contribuir a aliviar el alto nivel de desempleo en Japón (relativamente hablando, en términos históricos japoneses). Los fondos se utilizarán para proyectos de infraestructura destinados a la reconstrucción de daños producidos por el terremoto y tsunami de marzo de 2011. Asimismo, proporcionará incentivos a las empresas para aumentar las inversiones y, en su conjunto, podría aumentar la economía de un 2%.
Japón se encuentra actualmente en recesión y viene sufriendo de la deflación de precios. La deflación significa que las mercancías dentro de Japón se abaratan con el tiempo, lo que dificulta la demanda ya que los consumidores demoran compras importantes durante el mayor tiempo posible con el fin de beneficiarse de la caída de los precios. El país tiene la mayor carga de deuda en el planeta y una bomba de tiempo demográfica a tratar en la forma de una disminución de la natalidad y el envejecimiento de la población. Esto significa que los ingresos fiscales tenderán a disminuir (a menos que los impuestos se eleven) y los pagos por seguridad social se incrementarán con el tiempo debido a los gastos de pensiones y salud.
Japón es un país exportador y sus exportaciones se han visto afectadas recientemente por una combinación de debilidad de la demanda global, un yen fuerte y una disputa territorial con China, que ha impulsado desde hace mucho tiempo animosidades que conducen a una menor demanda de productos japoneses en el mercado chino.
Japón y el yen fueron vistos como un refugio seguro durante la crisis financiera global. En parte, esto se debió al hecho de habían muy pocos países que pudieran considerarse como tal y a que el yen estaba relativamente débil entonces. Muchas instituciones financieras tomaron ventaja de los préstamos en yenes baratos (como consecuencia de que Japón desde hace mucho tiempo tiene su tasas en cerca del cero por ciento de interés) y, conforme se desarrollaba la crisis, estos necesitaban ser reembolsados (en yenes), elevando el valor de la moneda.
La nueva administración ha dejado en claro que desea ver al yen depreciándose - de hecho, ya ha caído un 12% desde noviembre contra el dólar americano. Ante esta situación los inversores pueden empezar a descargar sus posiciones en yenes, ya que el valor de dicha participación caerá. En estos momentos, algunos de estos inversores están teniendo grandes ganancias debido a la fortaleza del yen. Si la percepción de que el yen es una moneda de refugio seguro se pierde, la depreciación de la moneda podría ser bastante elevada pues el dinero se repatriará a otras monedas.
La economía de Japón se ha visto afectada también por una caída de las exportaciones en medio de desaceleración de la demanda mundial y un consumo interno tenue.