China es el mayor socio comercial de Japón, por lo que cualquier enfriamiento en las relaciones entre ambos países tiene el potencial de tener un impacto significativo en la economía de Japón. Las relaciones entre ambos países han sido tensas en los últimos meses por una disputa sobre la soberanía de las islas deshabitadas en el Mar de China Oriental, reclamada por ambas partes (y Taiwán). Por otra parte, la historia de las aventuras imperiales de Japón en lo que hoy es la República Popular China, incomodan a los chinos y a otros países asiáticos que fueron invadidos durante el conflicto.
El primer ministro Abe llegó al poder con la promesa de regeneración económica a través del fin de la deflación y (principalmente) un suministro ilimitado de dinero en efectivo para las medidas de estímulo. También prometió tomar una postura firme en contra de China con respecto a las islas en disputa. Abe ha declarado que respondería con la fuerza si China desembarcaba gente en cualquier pueblo de las islas. Sus declaraciones vinieron luego de una visita al Santuario Yasukuni de japoneses muertos en la guerra (incluidos los criminales de guerra) por alrededor de 168 parlamentarios. Estas visitas son siempre objeto de controversia por los vecinos de Japón.
En la actualidad, China cuenta con ocho barcos en las proximidades de las islas, mientras que hay diez buques pesqueros japoneses tripulados por activistas en la región. Japón no es una potencia nuclear, pero está bajo el paraguas nuclear de Estados Unidos; China es una potencia nuclear en su propio derecho. La tensión sobre la soberanía de las islas ya ha dado lugar a una reducción en el comercio entre las dos potencias.
Las disputadas islas son conocidas como Senkaku por Japón y Diaoyu. Son territorios estratégicamente importantes y tienen una significativa riqueza pesquera; también se especula que podría haber reservas de gas y petróleo en aguas cercanas a las islas.