Otra prueba del repunte en la economía global ha venido de una revisión de las cifras preliminares de crecimiento del segundo trimestre en Japón, la tercera mayor economía del mundo. Las proyecciones iniciales indicaron un crecimiento del 0.6% para el segundo trimestre, pero esto ha sido revisado al alza al 0,9%. La nueva cifra sitúa el crecimiento de Japón en el 3,8% sobre una base anualizada.
El Primer Ministro japonés, Shinzo Abe, ha dejado claro que su Gobierno quiere hacer frente a la deflación y estimular la economía nipona -en gran medida estancada- hacia un fuerte crecimiento. El Banco de Japón continúa aplicando políticas monetarias acomodaticias y está orientada a un aumento de la inflación a la marca del 2%.
Japón se enfrenta a una bomba de tiempo demográfica causada por una disminución en la tasa de natalidad desde un 4.5 en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial a sólo 1,4 hijos por mujer en la actualidad. A este ritmo, la población de Japón disminuirá y Japón se quedará con una población que envejece. Se estima que para el año 2060, alrededor del 40% de los ciudadanos japoneses estará jubilado. Esto significa que Japón se enfrentará crecientes costos de la atención de salud y de pensiones para una población que envejecerá en las próximas décadas, sumado a una disminución de la fuerza laboral.
Japón también tiene la carga de la deuda más grande en el mundo desarrollado al 230% del PIB, aproximadamente 15.6 trillones de dólares. Un plan para resolver esto en parte es elevar el impuesto sobre las ventas de su actual nivel de 5% al 10% en 2015. Hay algunos que creen que este aumento podría perjudicar la demanda interna que el gobierno está tratando de estimular, pero hay que hacer algo para reducir la carga de la deuda. Si los inversores internacionales perdieran la confianza en la capacidad de Japón para cumplir con sus enormes deudas, los costos de endeudamiento del país podrían aumentar significativamente en la misma forma que sucedió en la crisis de la deuda soberana europea.