Japón, la tercera mayor economía del mundo, ha registrado un crecimiento del 0,5% (tasa anualizada del 1,9%) en el tercer trimestre, pero esto demuestra que la expansión de la economía ha disminuido desde la lectura del segundo trimestre, que fue de 0,9% (tasa anualizada del 3,8%). Inevitablemente, estos resultados relativamente mediocres han suscitado dudas sobre el éxito de las políticas económicas del gobierno del Primer Ministro Shinto Abe, apodadas Abeomics. En el 3er trimestre de 2012, la economía japonesa se contrajo un 3% sobre una base anualizada.
El actual gobierno llegó al poder en diciembre de 2012 y dejó en claro que su objetivo económico era retomar el crecimiento de la nación por medio de una política monetaria acomodaticia y revertir la deflación de los precios con el objetivo de un nivel meta de inflación del 2%. El debilitamiento del yen no fue una decisión política, sino que ha fluido de la política económica, lo que lleva a una disminución del 30% frente al euro durante el año hasta la fecha. Un yen más débil proporciona un impulso a las exportaciones japonesas, pero significa que las materias primas (importaciones a Japón) son más caros. La bolsa ha reaccionado bien a Abeomics, pero las medidas de estímulo y el gasto público en proyectos de infraestructura han impulsado la deuda pública a un estimado de 240% del PIB - la peor relación entre deuda y PIB de cualquier economía industrializada.
Una disminución en el consumo personal entre el segundo y el tercer trimestre se han aducido al menor ritmo de expansión. La demanda interna es generalmente el término dominante en cualquier economía y estimularla es clave para los planes del señor Abe a fin de poner punto final a la deflación. Una medida impopular que Abe se ha comprometido a hacer que se vea un aumento en el impuesto a las ventas desde el actual 5% al 10% en 2015. Esto es visto como fundamental para hacer frente (al menos en parte) a los problemas de deuda de Japón.