El 18 de septiembre Escocia decidirá en un referéndum si continuará formando parte del Reino Unido o si se convertirá en un estado independiente. Hasta la semana pasada, todas las principales encuestas mostraban que la mayoría de los escoceses querían continuar siendo británicos como parte del Reino Unido; sin embargo, una encuesta más reciente de YouGov sugirió que aquellos que optan por la independencia ha tomado una ligera ventaja (si bien dentro de la incertidumbre de votación).
El efecto de esta encuesta ha puesto presión en la libra esterlina, la cual ha caído a un mínimo de once meses contra el dólar, desde 1,66 dólares al comienzo del mes hasta 1,61 dólares en estos momentos.
El principal propulsor de la independencia, el Partido Nacionalista Escocés (SNP), ha estado tratando de convencer a los escoceses que estarían mejor en un estado separado y que muchas de las objeciones planteadas por los que están a favor de la unión son bien alarmistas o intimidación tácticas.
Sería demasiado engorroso cubrir todos los argumentos de ambas partes. Sin embargo la clave entre ellos es que el SNP afirma que el Reino Unido está de acuerdo en una unión monetaria de ley con una Escocia independiente a pesar de las declaraciones en tono contrario de todos los principales partidos políticos del Reino Unido. Afirma que disfrutaría de una rápida adhesión a la OTAN y la UE, aunque los otros dicen que esto no va a ser tan fácil (España se opondría a la membresía de la UE por temor a avivar el separatismo en el territorio catalán y Escocia adoptaría una política y no permitiría el uso de la base naval de Faslane para submarinos nucleares del Reino Unido).
Por otro lado, una Escocia independiente que se negaría a una unión monetaria con la nación que está dejando significaría renegar de su parte proporcional de la deuda del Reino Unido. Las instituciones financieras no verán con buenos ojos a una nación que no puede pagar sus deudas, por lo que el endeudamiento de Escocia probablemente tenga un precio significativamente más alto que la deuda del Reino Unido. El resto del Reino Unido obviamente estaría muy molesto por este comportamiento, ya que sin duda los escoceses disfrutaron en su momento de su parte de los fondos tomados en préstamo en nombre de la nación.
El resto del Reino Unido (y los escoceses que viven fuera de Escocia) no tienen voz en esta potencial desintegración de la nación. La votación sin duda ha despertado malos sentimientos en ambos lados y la incertidumbre actual está perjudicando a la libra esterlina y a los sectores del mercado bursátil del Reino Unido vinculados con las zonas de separación. La incertidumbre prevalecerá hasta que se den los resultados finales; si gana el “no” la incertidumbre terminará pero, si el ganador es el “si”, aumentará la presión sobre la libra y la economía del Reino Unido por varios meses.