En un ciclo económico típico, la fase de recesión es seguida por una fase de recuperación en la que el crecimiento es marcado y la creación de empleo es fuerte. A raíz de la crisis financiera mundial, este modelo se ha roto. La principal ola de recesión está claramente superada pero, a pesar de que todas las principales economías han vuelto a crecer, el crecimiento ha sido bastante anémico y la creación de empleo se ha quedado por detrás de la curva tradicional.
En Europa las cosas se agravaron (sobre todo dentro de la Zona Euro) por la crisis de deuda soberana que fue provocada por el descubrimiento de uso de herramientas de contabilidad “creativas” por parte de Grecia al momento de unirse al euro. Los mercados, preocupados por la incapacidad de Grecia para cumplir con sus obligaciones financieras, empujaron los costos de endeudamiento a niveles inmanejables en una reacción en cadena que trajo consecuencias negativas para otros estados. El resultado de esto fue elevar la duda y la incertidumbre que obstaculiza la inversión empresarial y la expansión, silenciando la recuperación europea.
Como resultado de la crisis financiera mundial, muchos bancos tuvieron que consolidar sus balances (entre otras cosas porque los legisladores insistieron en que sus accionistas deberán soportar el peso de cualquier crisis futura), por lo que es difícil para las empresas encontrar financiación y se prolongó así la naturaleza tenue de la recuperación. Este efecto, que se repite en mayor o menor medida en todo el mundo, sofocó la demanda global y llevó a una disminución de los precios de los productos básicos en respuesta a la caída del consumo. El descenso en el precio del petróleo fue impulsado en parte por la menor demanda mundial, pero otros factores jugaron un papel clave.
El desempleo se ha mantenido alto en Europa y la confianza empresarial en niveles bajos. En este contexto, la proyección de la Comisión Europea de que el crecimiento de la UE en 2015 debe situarse en el 1,9% puede parecer positivamente alcista. Ellos esperan que el crecimiento en el bloque de 28 miembros aumente en un 2% el próximo año y el 2,1% en 2017. Las proyecciones para la Zona Euro son del 1,6; 1,8 y 1,9%, respectivamente.
Se espera que el crecimiento sea irregular dentro de la Eurozona y la Unión Europea en general. Se espera también que la ignorante economía griega se contraiga en un 1,4% este año y un 1,3% en 2016, pero se recuperaría a un crecimiento del 2,7% en 2017. El tiempo lo dirá.