Shinzo Abe, Primer Ministro de Japón
En un movimiento que parece haber tomado a la mayoría de analistas financieros por sorpresa, el Banco de Japón ha movido su tasa de interés a territorio negativo al 0.1 por ciento. Esto significa que los bancos que depositan fondos en el Banco de Japón tendrán que pagar por el privilegio en lugar de ganar algún interés por ello. La decisión está siendo vista como un intento de impulsar la inversión en renta variable (donde dividendos sobre acciones o rendimientos de los bonos en realidad proporcionan un rendimiento neto) y elevar la inflación.
Como consecuencia de la medida el yen se ha depreciado frente a otras monedas importantes, revirtiendo parcialmente las ganancias que hizo este mes debido al pánico que se apoderó de los mercados de valores tras las fuertes caídas en China. Una fuerte caída en los mercados bursátiles impulsa por lo general a los inversores a mover el efectivo hacia una moneda de refugio seguro, como el yen. El dólar ahora compra 120,9 yenes, pero llegó a tocar un mínimo de 116,1 en una fecha tan reciente como el 20 de enero. El yen se ha moderado hacia finales de enero a medida que los inversores recuperaron la calma un poco y (probablemente) regresaron a los mercados en busca de gangas.
La medida hará que las exportaciones japonesas sean más competitivas, siempre y cuando la tendencia se acelere aún más hacia la posición (frente al dólar) que disfrutó a finales del año pasado. La medida conducirá hacia importaciones ligeramente más caras también, impulsando la inflación, pero aplicando la misma advertencia. La decisión del BOJ puede tener la intención de tener un efecto psicológico en los inversores japoneses, volviéndolos más optimistas y dispuestos a invertir en acciones para conseguir beneficios. Los bancos comerciales basan sus tasas de interés sobre la tasa del Banco de Japón, pero no tendrán la obligación de cobrar a sus clientes por mantener sus ahorros; sin embargo, se espera que los ya escasos intereses pagados se reduzcan aún más.
El conductor de un movimiento similar por parte del Banco Central Europeo fue "estimular" la concesión de préstamos a las empresas que los bancos habían sido reacios a otorgar a raíz de la crisis financiera global y un enfoque más conservador impuesto por los reguladores. El problema en Japón es que parece haber poco interés en el sector empresarial por solicitar préstamos para nuevas inversiones debido a la debilidad de la demanda, por lo que aún está por verse qué tan efectiva será la iniciativa del Banco de Japón.