Por un lado, nada ha cambiado en el Reino Unido desde el referéndum, pero por otro hoy todo es diferente. El Reino Unido sigue siendo miembro de la Unión Europea y, mientras que una estrecha mayoría de la nación votó a favor de abandonar la UE, nada va a cambiar hasta que el Parlamento Británico apruebe la promulgación del artículo 50, que desencadenará un proceso de dos años por el cual el Reino Unido y la UE se separarán. Tal era el pesimismo de los que apoyaban la opción “Dejar” que casi nadie creyó que el voto los favorecería hasta que sucedió. Pocos parecen haberse dado cuenta de que no habrá discusión formal sobre las relaciones comerciales hasta que el proceso se complete. Si efectivamente se procede de esa manera, los mercados y la economía del Reino Unido van a sufrir dos crisis profundas: 1) cuando se promulgue el artículo 50 y 2) cuando el Reino Unido deje a la UE y no tenga ninguna relación comercial hasta que las nuevas relaciones (o falta de ellas) se forjen. Estos hechos serán malos para las economías europeas y mundiales, pero mucho peores para la libra esterlina y la economía británica. La única manera de asegurarse de que el Reino Unido siga disfrutando del acceso a la economía única que parece ser no dejar la UE, lo cual es técnicamente posible, pero muy poco probable políticamente hablando considerando el clima actual.
Los negocios aborrecen los vacíos. La confianza empresarial ha caído en picada desde la decisión del electorado de salir de la UE, con las empresas presentando informes con sentimientos pesimistas sobre la economía del Reino Unido en casi el doble de las cifras registradas antes del referéndum. Esto significa que estas empresas serán mucho más cautelosas sobre los planes de expansión de negocios y en la contratación de nuevo personal. Es este tipo de indicadores, más que las fluctuaciones en el mercado de valores, que marcan el efecto real de la decisión tomada en el referéndum.
Una investigación realizada por el Centro de Investigación Económica y Empresarial indica que la expectativa de negocios, las exportaciones y los planes de inversión se han visto afectados negativamente, pero que la mitad de los entrevistados siguen siendo optimistas por el momento. La confianza del consumidor se ha reducido a un nivel visto por última vez en mayo de 2013.
Si el Reino Unido en efecto cortar sus lazos con la UE, la situación actual sería la calma antes de la tormenta.