La economía alemana es la más poderosa tanto de la UE como de la (más pequeña) zona euro (28 naciones frente a 19). Es la tercera nación exportadora más grande del mundo, detrás de los Estados Unidos y China. El hecho de que gran parte de la producción alemana se venda en otros mercados hace que la economía alemana sea más vulnerable que muchas naciones frente a la ralentización de la economía global y a los efectos de las diversas guerras comerciales de Donald Trump.
Muchos expresan su preocupación respecto al estado actual de la economía alemana. La producción industrial bajó un 1,9% en abril con respecto a la cifra de marzo y las exportaciones se redujeron un 0,5% interanual.
El banco central alemán, el Bundesbank, ha disminuido sus expectativas de crecimiento del año 2019 al 0,6%, notablemente inferior a la proyección del 1,6% que realizó en diciembre del año pasado. El Banco cree que el PIB se reducirá en el segundo trimestre, antes de su recuperación el próximo año.
China es un socio comercial importante para Alemania e, inevitablemente, las tensiones comerciales entre ella y los Estados Unidos han tenido un efecto perjudicial en el comercio entre ambos países. El Bundesbank ha señalado que las disputas comerciales de los Estados Unidos están teniendo un efecto negativo en el comercio global en general.
Europa se ha visto directamente afectada por la decisión de los Estados Unidos de imponer aranceles a los productos de aluminio y acero que estos impusieron por motivos de "seguridad nacional". Trump también ha amenazado con imponer aranceles sobre la producción automovilística europea que importan en los Estados Unidos, muchos de los cuales se producen en Alemania.
La situación general del comercio mundial será un factor en el cambio de la postura del BCE, que ha indicado que su decisión de mantener las tasas de interés en niveles muy bajos se mantendrá sin cambios durante al menos seis meses más de lo previsto en una de sus últimas declaraciones. Es poco probable que las tasas suban antes de mediados de 2020 según la perspectiva actual. Mario Draghi, del BCE, explicó que la decisión fue una respuesta a la baja tasa de inflación de la zona euro, que se sitúa en el 1,2%, muy por debajo de la cifra objetivo del BCE del 2%.