Una de las razones por las que considero que estamos viviendo en tiempos interesantes es la reciente decisión del gobierno español de acelerar la creación un sistema de renta básica universal. Para quienes no entienden lo que acabo de decir, debo aclarar que hasta el momento la idea de una renta básica universal era considerada una utopía, pues hasta el día de hoy sólo se habían implementado como un proyecto de escala menor, y con propósitos experimentales.
Sin embargo, este hecho no debería sorprendernos ya que esta crisis ha traído consigo decisiones sin precedentes por parte de los gobiernos. Entre estas decisiones está la implementación de paquetes de estímulo fiscal cuyo valor alcanza máximos históricos, e incluso la posible resurrección de la idea de los eurobonos (ahora llamados "coronabonos"), aunque de esta última debo decir que por el momento el esfuerzo por implementarla parece haber sido fútil.
Al ser uno de los países más afectados por el avance de la epidemia, los prospectos para la economía española no son precisamente los mejores. En la actualidad hay alrededor de 157,022 infectados, superando la cifra oficial de Italia, y un total de 15,843 víctimas mortales, convirtiéndolo en uno de los países europeos (y del mundo) más afectados por la pandemia.
Muchos están haciendo sus apuestas respecto al destino de esta economía. Por ejemplo, la agencia calificadora Axesor prevé una contracción del 5,5% del producto interno bruto español, además de un aumento del déficit público del 5%. Otros son más pesimistas y prevén una contracción de hasta el 9%, por supuesto dependiendo del escenario que los españoles terminen enfrentando.
A pesar de que es normal considerar medidas sin precedentes para aliviar una situación sin precedentes, muchos han expresado sus dudas respecto a esta potencial movida del gobierno español. Un panel de expertos consultado por el diario "El economista" advirtió que la economía española no está preparada para sostener tal proyecto, dado los altos niveles de desempleo, la colosal deuda pública y un déficit fiscal a punto de desbordarse. Aun así, favorecen cualquier intento por parte del gobierno español de favorecer a los sectores más vulnerables de la población a través de la transferencia de ingresos.
"En estas circunstancias excepcionales, el Gobierno debe poner en marcha instrumentos para sostener las rentas de los colectivos más vulnerables de manera selectiva y transitoria," explicó el secretario general del círculo de empresarios.
Como ya hemos mencionado, la medida en sí es arriesgada e incluso experimental. Sin embargo, las medidas de expansión cuantitativa adoptadas por la reserva federal fueron también consideradas "sin precedentes", "arriesgadas" y "no-convencionales", y ahora son parte esencial de la caja de herramientas de casi cualquier banco central del mundo desarrollado.
A ciencia cierta, el “pero” en esta situación es que a diferencia de estas políticas monetarias no-convencionales, las medidas de estímulo fiscal si tienen un efecto directo en la economía real, y las condiciones previas de la economía tienden a importar más en términos del desempeño de esta medida en el largo plazo. Por otro lado, a favor de la actitud del gobierno de España se puede decir que tampoco tiene mucho margen de maniobra al no tener capacidad de definir su propia política monetaria, aunque para algunos esto más que una severa limitación es una virtud, por lo que un poco de creatividad no estaría fuera de lo normal.
Mientras tanto, creo prudente volcar nuestra atención a las acciones que la unión europea está tomando para hacer frente a esta situación. Si bien, al parecer, los coronabonos ya no son una alternativa viable desde el punto de vista político, esto no quiere decir que la Unión Europea se quedará con los brazos cruzados. Recientemente acordaron poner a disposición de los países miembros más de 500.000 millones de euros en préstamos, pese a la previa oposición de Holanda.
Por lo menos el acuerdo no exigirá a España y a los países más necesitados realizar reformas estructurales para poder acceder a los beneficios del paquete, lo que es más aceptable desde el punto de vista político para los países más afectados. A pesar de todos los potenciales inconvenientes, este (de algún modo) podría ser considerado un pequeño triunfo desde el punto de vista político para los países del sur de Europa frente a los, generalmente más acaudalados, países del norte, aunque no sea precisamente la alternativa más favorecida por estos.