La noticia es que el Banco de Japón (BOJ) ha decidido mantener su política sin cambios en una votación de 8-1 el jueves, pero que recortó sus previsiones para el crecimiento económico y la inflación en su declaración.
El banco central redujo su pronóstico para el índice de precios al consumidor (IPC) del 0,8 por ciento para el año fiscal 2015 desde el 1,0 por ciento de su proyección en enero. También redujo su pronóstico para el producto interior bruto (PIB) de este año fiscal a un 2,0 por ciento desde el 2,1 por ciento que proyectó en enero.
En enero, redujo su pronóstico de crecimiento del PIB al 1,5 por ciento respecto al pronóstico del 1,6 por ciento para el año fiscal 2016, al tiempo que redujo su previsión del IPC subyacente para ese año al 2,0 por ciento desde el 2,2 por ciento de la proyección de enero. Pero citó una considerable incertidumbre sobre las perspectivas de precios, diciendo que los riesgos están sesgados a la baja. El segundo aumento de impuestos de ventas esperado previsto para 2017 es también un riesgo potencial para la actividad económica, dijo.
Hasta ahora, el Banco de Japón ha mantenido su programa de flexibilización de compra de 80 billones de yenes ($670.000 millones) en activos anualmente. Pero de acuerdo con Marcel Thieliant, economista de Capital Economics, el Banco de Japón está haciendo caso omiso de las señales de que sus esfuerzos por impulsar la inflación hacia una meta del 2 por ciento están estancándose. Se había previsto que el banco central podría intensificar la flexibilización en esta reunión.
Otros analistas esperaban ampliamente que el BOJ dejase su programa de flexibilización sin cambios, mientras que el Nikkei había informado que el banco central podría reducir su estimación mediana de la inflación para el año fiscal 2015.