Una empresa conjunta entre Delta Air Lines y Alitalia, pronto verá la operación de vuelos entre los Estados Unidos e Italia los cuales no requerirán que los viajeros se pongan en cuarentena al llegar a su destino. Delta ha dicho que consultó con la Clínica Mayo, un prominente centro de salud americano, para hacer sus vuelos lo más seguros posible. Según Henry Tin, un ejecutivo de la Clínica Mayo, "Podemos predecir que el riesgo de infección por COVID-19 en un vuelo que está lleno al 60 por ciento debería ser casi uno en un millón".
Los vuelos comenzarán el 19 de diciembre de 2020 y operarán entre el Aeropuerto Internacional JFK de Nueva York y el Aeropuerto Internacional de Newark Liberty, junto con el Aeropuerto Internacional de Atlanta (el centro de operaciones de Delta) y el Aeropuerto Internacional de Roma Fiumicino. Los pasajeros estarán obligados a someterse a un estricto régimen de pruebas. Las pruebas incluyen la prueba de reacción en cadena de la polimerasa (PCR) dentro de las 72 horas anteriores a la salida del vuelo, así como una prueba de resultados rápidos que se administrará en el aeropuerto.
La confirmación de las pruebas COVID-19 negativas permitirá a los viajeros viajar entre los EE.UU. e Italia por razones esenciales, incluyendo salud, educación o razones de negocios. Estos viajeros estarán exentos del período de cuarentena de 14 días que normalmente se impone a todos los viajeros internacionales que viajan hacia o desde países que no han sido considerados "países verdes".
Este nuevo 'corredor aéreo' forma parte de una prueba piloto para ver si será posible reabrir más viajes aéreos libres de cuarentena sin aumentar el riesgo de transmisión del virus. Las pruebas anteriores en líneas de cruceros demostraron ser ineficaces hasta ahora. A principios de este mes, cinco pasajeros dieron positivo para COVID-19 en el SeaDream 1 del Club de Yates SeaDream, a pesar de haber dado negativo dos veces antes de la salida.
A pesar del deseo de reabrir los viajes transfronterizos más libremente a corto plazo, algunos profesionales siguen siendo escépticos sobre la capacidad de hacerlo sin comprometer las precauciones médicas y la rentabilidad de las aerolíneas. No obstante, si este nuevo conducto aéreo resultara eficaz, podría ayudar tanto a la industria de los viajes como a la economía mundial a recuperarse un poco más rápido.